Abandona la fatiga de Zoom

Columna

Puede que lo hayas notado: Hay un tipo especial de cansancio que proviene de un día de llamadas de Zoom, a pesar de que pueden llevarse a cabo sin que salgas de tu sofá (y con ropa de casa). Esta fatiga extrañamente puede llegar incluso después de reuniones con compañeros de trabajo más cercanos y amigos que extrañas mucho.

Por Lauren O’Donnell

¿Por qué estamos encontrando un día de llamadas por Zoom tan agotador mentalmente? En parte, es porque vemos a otra persona y, por lo tanto, tenemos la experiencia de forma presencial, pero nos falta todo el lenguaje corporal, todas las señales que estamos acostumbrados a procesar inconscientemente. Nuestro cerebro necesita hacer un esfuerzo adicional para compensar todos los aspectos de comunicación que nos faltan, y eso es bastante agotador.

Durante una videollamada, nos vemos obligados a centrarnos intensamente en las conversaciones en un intento por absorber la información. Cuando nos sentamos en una sala de conferencias, podemos confiar en intercambios laterales silenciosos si nos distraemos. Pero en una videollamada esto es casi imposible, a menos que uses un chat privado o enciendas tu micrófono para interrumpir y pedir a tu colega que repita lo que dijo.

Para echarle más leña al fuego, las videollamadas hacen que sea más fácil perder la atención. Todos lo hemos vivido. Porque, por supuesto, podemos escuchar con atención, revisar nuestros correos electrónicos, enviar mensajes a un amigo y soltar un emoji dentro de una misma ventana de 30 segundos. Sin embargo, en realidad, no podemos escuchar mucho cuando estamos tan distraídos. El trabajo desde casa intensifica las cosas. Ya no es solo entrar a una o dos reuniones virtuales aquí y allá. La cantidad de reuniones virtuales puede ser un desafío para quienes comparten su espacio con sus seres queridos.

Este nivel de fatiga se relaciona con la forma en que procesamos la información en video. Cuando estamos en una videollamada, la única forma de mostrar que estamos prestando atención es mirando a la cámara. En la vida real, ¿te acercarías a un colega y lo mirarías a la cara? Probablemente no. Participar en una «mirada constante» nos hace sentir incómodos y cansados. En persona, usamos nuestra visión periférica para mirar por la ventana o mirar a otros en la habitación.

Sin embargo en una videollamada, debido a que todos estamos en diferentes hogares, si nos ponemos a mirar por la ventana puede parecer que no estamos prestando atención. Sin mencionar que todos estamos mirando una pequeña ventana de nosotros mismos, haciéndonos hiper conscientes de cada arruga, expresión y cómo podría interpretarse. Sin los descansos visuales que necesitamos reenfocar, nuestros cerebros se fatigan.

4 consejos para ayudarte a evitar la fatiga de Zoom

Deja de hacer varias cosas a la vez

La próxima vez que estés en una videollamada, cierra todas las pestañas o programas que puedan distraerte (por ejemplo, tu bandeja de entrada o Slack), guarda tu teléfono y presta atención, be present. Es tentador, pero trata de recordar que el mensaje de Slack que acabas de recibir puede esperar 15 minutos y que podrás redactar una mejor respuesta cuando no estés en una videollamada.

Toma un descanso

Toma pequeños descansos del video durante llamadas más largas minimizando la ventana, moviéndola detrás de tus aplicaciones abiertas o simplemente apartando tu computador por completo por un corto período de tiempo. ¡Tus colegas probablemente entienden más de lo que piensas! Puedes escuchar sin mirar la pantalla durante treinta minutos completos. Deja que tus ojos descansen de vez en cuando.

Eventos sociales: opcional

Después de un día de videollamadas sin parar, es normal sentirse agotado, especialmente si eres introvertido. Las sesiones sociales deben ser opcionales. Hazle saber a las personas que pueden participar pero que no están obligados.

Cierra Zoom: En su lugar usa llamadas telefónicas y correos electrónicos

Si la fatiga te afecta pero tu día aún no ha terminado, cambia a una llamada telefónica o sugiere retomar la conversación más tarde para que ambos puedan recargarse. Prueba algo como «Me encantaría descansar de las videollamadas. ¿Te importa si hacemos esto por teléfono?” Lo más probable es que la otra persona también se sienta aliviada por el cambio.

Haz tus videollamadas más fáciles siguiendo estos pasos para evitar que te sientas tan agotado ante la idea de otra videollamada.

Trabajemos juntos para hacer de tu organización un Gran Lugar para Trabajar